¿Por qué hay cuatro evangelios en el Nuevo Testamento? Seguramente uno habría sido suficiente.
Por lo menos, esa era la opinión de Taciano, el Padre de la iglesia del siglo II, que produjo el Diatessaron, una traducción de los evangelios al siriaco.
En vez de traducir los cuatro evangelios, él produjo una “armonía”: tomó una de las versiones de cada una de las historias más importantes, y las unió entre sí para formar una armonía de los evangelios.
En este artículo veremos como los cuatro evangelios nos muestran cuatro puntos de vista de Jesús.
No obstante, Taciano y otros autores como él son excepciones.
Los cuatro evangelios han estado en el Nuevo Testamento desde la primera vez que alguien pensó qué escritos debían incluirse en él. No conocemos cuáles fueron las razones por las cuales los cristianos más antiguos eligieron conservar los cuatro evangelios en el Nuevo Testamento.
Pero, debido a que lo hicieron, tenemos ahora cuatro testigos de Jesús levemente diferentes.
Así como varios testigos llamados a los tribunales dan sus perspectivas individuales de modo que la verdad pueda surgir con mayor claridad, los cuatro evangelistas proporcionan cuatro perspectivas diferentes de Jesús.
Debido a eso, vemos a Jesús como si fuera en cuatro dimensiones. De hecho, en un momento quise titular mi libro sobre los cuatro evangelios “Jesús en cuatro dimensiones”. Pero los editores decidieron que The Four Faces of Jesus (los cuatro rostros de Jesús) sería un título mejor, y en realidad, este título expresa la misma idea: que cada uno de los escritores de los evangelios tiene un testimonio singular de Jesús y su mensaje.
¿Qué consideró cada uno de ellos que era lo más importante?
Aunque la mayor parte de este artículo estará dedicado a considerar los cuatro evangelios separadamente para descubrir lo que tienen de distintivo, no debe olvidarse que existe una armonía básica entre los informes que dan los evangelios acerca de Jesús. Por ejemplo, concuerdan en muchos de los detalles de su ministerio.
Mateo y Lucas registran que nació en Belén, y los cuatro concuerdan que se crió en Nazaret, y que su ministerio se realizó en pequeños pueblos y aldeas alrededor del extremo norte del mar de Galilea.
Pero los cuatro evangelios comparten la convicción de que lo más importante que hay que saber acerca de Jesús son los acontecimientos que rodearon su crucifixión, muerte y resurrección.
Todos concuerdan en que la importancia de la cruz reside en quién es Jesús, y que lo que ocurrió allí fue el resultado de la voluntad de Dios y no de la suerte ciega. Todos los evangelios destacan el eslabón que hay entre la cruz y la Pascua, y que Jesús fue crucificado como rey de los judíos, algo que es un tanto irónico, porque la cruz en realidad inauguró el reino de Dios.
Más todavía, todos enfatizan que Jesús resucitó con un cuerpo real, y que la muerte y la resurrección de Jesús proporcionaron el ímpetu para la actividad misionera de la iglesia cristiana primitiva (y la posterior también). Estos conceptos y otros más son compartidos por los cuatro evangelios. Y sin embargo, cada uno tiene una visión diferente acerca de Jesús.
El Evangelio de Mateo
Juan 21:25 expresa una frustración que debe haber sido común a los cuatro evangelistas: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”. Todos los evangelistas sabían mucho más acerca de Jesús de lo que pudieron incluir en sus evangelios.
Por ello, debieron ser selectivos con su material. En consecuencia, es interesante considerar lo que cada uno de los escritores incluyó en su Evangelio y que no aparece en los otros.
En Mateo y Lucas, específicamente, esta metodología da una buena visión de sus intereses y énfasis especiales. Por ejemplo, el interés de Mateo en la comunidad de los creyentes se revela en el hecho de que varios dichos de Jesús, que son únicos en Mateo, tratan acerca de esta comunidad.
En Mateo 18:1518, Jesús bosqueja lo que debería hacerse si hay una disputa entre dos miembros de la comunidad, y eso sólo está en Mateo. La necesidad del perdón se destaca en la parábola del siervo que no perdonó (18:2135), que sigue inmediatamente a la declaración acerca de la disciplina comunitaria. Esta parábola se encuentra sólo en Mateo.
Además, las declaraciones de Mateo 23:13, 5, 810, 15, 1621, 27, 28, 32 y 33, exclusivas del mismo, enfatizan de qué modo la conducta de la comunidad cristiana debería ser diferente de la de la comunidad de los fariseos.
Mateo también tiene un gran interés en asuntos que tienen que ver con la relación entre los judíos y los gentiles, presumiblemente porque era un problema que preocupaba a la comunidad en momentos en que estaba escribiendo su Evangelio.
Mateo registra la genealogía de Jesús hasta Abrahán (Mateo 1:1; comparar con Lucas 3:23-38, que menciona la genealogía de Jesús hasta Adán). Mateo es quien reúne las enseñanzas de Jesús acerca de la ley en lo que conocemos como el Sermón del Monte (Mateo 5:1748). Del mismo modo, Mateo muestra que la misión de Jesús primero fue sólo para los judíos (Mateo 10:5, 6), aunque queda claro en el capítulo 28:19 y 20, que la misión de los discípulos era de ir a todo el mundo y contar a todas las naciones las buenas nuevas de la salvación.
Además, en Mateo podemos advertir de su interés sobre cómo deben reaccionar los cristianos ante el hecho de que Jesús pronto regresará.
En Mateo 24 y 25 él agrega a los dichos de Jesús concernientes a las señales del fin del mundo (que también se encuentran en Marcos 13 y Lucas 21) cuatro parábolas que muestran cómo deben conducirse los cristianos entre el momento actual y la segunda venida: la parábola del siervo fiel y del siervo malo (24:4551), la de las diez vírgenes (25:113), la de los talentos (25:1430) y la del juicio de las naciones (25:3146). Tres de estas parábolas son exclusivas de Mateo.
Mateo también pone un fuerte énfasis en que los cristianos deben actuar con justicia y deben observar la ley aun mejor que los fariseos (5:20) y lo ilustra con varios casos.
Jesús dijo que así como no cometerán homicidios, sus discípulos no se enojarán (5:21-26) y así como no cometerán adulterio, ni siquiera codiciarán a una mujer (5:27-30). De hecho, amarán a sus enemigos y serán perfectos como Dios es perfecto (5:43-48). Junto con este fuerte énfasis en la necesidad de que los cristianos vivan vidas justas, está la verdad de que somos salvos por la fe, aparte de lo que hacemos, lo cual se encuentra en varias partes del material exclusivo de Mateo. Tal vez es más claro en la parábola de los obreros de la viña (20:1-16). En el reino de Dios, como se declara en la parábola, la recompensa al fin del día no depende de la cantidad de trabajo realizado, sino de la bondad del Señor.
El Evangelio de Marcos
Sólo 30 de los 609 versículos del Evangelio de Marcos son únicos de este evangelio. Por eso, en contraste con los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan, el carácter del de Marcos no se revela por el material que es exclusivo en él, sino más bien por una comparación que es más subjetiva.
Marcos, el más breve de los evangelios, registra menos eventos que los otros evangelios, y menos de las enseñanzas de Jesús.
Sin embargo, los acontecimientos que están registrados, generalmente lo están en una forma más vívida que en los otros evangelios, utilizando más palabras para incluir detalles que no aparecen en los otros.
También hay más acción en Marcos, razón por la cual se suele sugerir que es el mejor de los cuatro evangelios para recomendarlo a la persona que hace planes de leer por primera vez un Evangelio desde el principio al fin.
Entre otras cosas, Marcos enfatiza al Jesús realmente humano, junto con el hecho de que era el único Hijo de Dios. Él describe a Jesús como maestro y por sobre todo, deja en claro que no se puede comprender a Jesús sin tomar en cuenta su sufrimiento, muerte, resurrección y el hecho de que pronto regresará.
Todo lector del Evangelio de Marcos experimenta lo que sintieron los primeros discípulos: un llamado al ministerio.
El Evangelio de Lucas
Los relatos que se hallan al comienzo de Lucas revelan muchas de las diferencias entre este evangelio y el de Mateo.
Cuando Mateo relata la infancia de Jesús, cuenta que estuvieron involucrados en ella reyes y sabios del Oriente. Los personajes que encontramos en Lucas, por otro lado, son los pobres y desechados por la sociedad: un pobre sacerdote rural y su esposa, pastores, un anciano profeta en el templo, y por supuesto, mujeres.
La situación de las mujeres en cualquier sociedad del primer siglo, incluyendo la judaica, no sería envidiada por ninguna mujer moderna. No obstante, a diferencia de casi toda la literatura antigua, Lucas no sólo registra los dichos y hechos de mujeres (Lucas 1:39-56 están dedicados a los actos y palabras de María y Elisabet), sino que a lo largo del evangelio, menciona varios lugares donde Jesús tuvo un trato especial con mujeres (por ejemplo, Lucas 7:36-50; 10:38-42; 13:10-19).
Lucas también ofrece algunas de las mejores parábolas.
Sin Lucas no tendríamos las parábolas del buen samaritano (10:25-37) ni la del hijo pródigo (15:11-32). También tiene tres parábolas que tratan de la oración y que no se encuentran en los demás evangelios (11:5-13; 18:18; 18:9-14).
Lucas también es peculiar porque le cuenta al lector lo que ocurrió después de la resurrección.
El Libro de los Hechos es el tomo que acompaña a este Evangelio. Sin Lucas, no habríamos sabido de qué modo el mensaje del cristianismo avanzó más allá de las fronteras del judaísmo. También tenemos que agradecer a Lucas por contarnos la conversión de Pablo y los detalles de su acción misional. Sin Lucas sabríamos muy poco de los primeros días de la iglesia cristiana.
El Evangelio de Juan
Cuando vamos al Evangelio de Juan, entramos en un mundo conceptual que es muy diferente del de los otros tres evangelios.
Aunque Juan es similar a los otros evangelios por el énfasis que da a los eventos que rodean la traición, la muerte y la resurrección de Jesús, el resto de su Evangelio está compuesto por material que sólo se encuentra en su libro.
Después de presentar en su primer capítulo muchos de los temas clave que aparecerán nuevamente en el Evangelio, el evangelista estructura los capítulos 212 alrededor de varios milagros importantes de Jesús (que él llama señales), y conversaciones entre Jesús y diferentes oyentes. Sus discípulos, Nicodemo, la mujer junto al pozo y las multitudes, son los participantes en esas conversaciones.
Hay muchos temas recurrentes en esos diálogos y es como si el lector lograra por medio de ellos una comprensión más clara de Jesús.
Juan muestra algunas de las enseñanzas profundas de Jesús, y sin embargo usa un lenguaje e imágenes muy sencillos. Una de estas imágenes sencillas y sin embargo profundas, es la de “arriba en contraposición a abajo”.
Varios ramilletes de ideas están asociados con estas orientaciones espaciales. Jesús está asociado con el ámbito del cielo y con Dios el Padre. Él descendió del cielo (arriba), el lugar de la vida, la luz, la verdad y el espíritu, a la Tierra (abajo) que se caracteriza por la muerte, la oscuridad, la mentira y la carne.
Esta es la razón principal por la cual los que están ligados a la Tierra no pueden comprender a Jesús, pues piensan sólo en términos de la carne (por ejemplo, Juan 3:11, 12; 6:50-52). Muchos de los discursos de Jesús en Juan 212 están unidos a los conceptos de arriba/abajo. Son conceptos sencillos, pero se los usa de una manera profunda.
Otro concepto que se encuentra en sus discursos es la tendencia de que el futuro ha entrado al presente. El juicio final y la vida eterna son cosas que realmente pertenecen al futuro. Pero el juicio ya ha comenzado en Jesús. Nuestra actitud hacia Jesús es nuestro juicio. Si creemos en Jesús, hemos pasado a través del juicio a la vida; si no creemos, ya estamos condenados (3:16-18). De hecho, si creemos en Jesús ya tenemos vida eterna.
Se tratan varios temas en Juan 13:17, que es la siguiente sección importante en este Evangelio. En contraste con el estilo de liderazgo adoptado por los gentiles, el líder cristiano es un líder servidor. Si quieres ser un líder, entonces serás el que sirve más. Varios dichos de Jesús en esta sección enfatizan que Jesús es el único camino hacia el Padre. Esta sección registra la promesa del don del Espíritu y muestra a Jesús preparando a sus discípulos para su inminente sufrimiento: el de él y el de ellos. El amor es la señal distintiva de los discípulos de Jesús.
La descripción que hace Juan del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús tiene varios aspectos distintivos. Específicamente, en Juan la cruz es el momento de la glorificación de Jesús. Es el momento cuando el Hijo del Hombre es levantado; la entronización de Jesús como rey.
Resumen
Los cuatro evangelios ofrecen cuatro perspectivas diferentes de Jesús. Nos presentan cara a cara a un Jesús que no entra cómodamente en los libros de texto de los teólogos cristianos o en los sermones que se predican cada semana.
Este es un Jesús que asumió la plena humanidad, pero que era plenamente divino. Un Jesús, quien por su vida, su muerte y su resurrección cambió la humanidad, y ofreció la salvación ante todo el que cree en él.
Un Jesús que pronto volverá para destruir el mal y restaurar el mundo a Dios. Un Jesús que viene a nosotros, a menudo en momentos inconvenientes, y dice: “Ven, sígueme”. Un Jesús que nos llama a una vida de discipulado y servicio. En resumen, un Jesús que nos desafía con la pregunta más profunda e importante que debemos responder en esta tierra: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” (Marcos 8:29).
Autor: Austin C. Archer