“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. (Lucas 14:33)
JESÚS expone este capítulo ahora los siguientes cuatro principios: (1) Que ser Su discípulo significa también el llevar la cruz, (2) Que el costo de ser Su discípulo debe calcularse cuidadosamente, (3) Que todas las ambiciones personales y las posesiones terrenales deben colocarse sobre el altar del sacrificio, (4) Que el espíritu de sacrificio debe ser permanente,
No puede ser mi discípulo…!!!
No es que no quiera serlo; es que “no puede serlo". El que tiene intereses personales que sean superiores a la lealtad a CRISTO y a la dedicación a Su servicio, le será imposible hacer lo que CRISTO pide de Él. La invitación del reino debe tener el primer lugar siempre y en todas las circunstancias. El servicio de JESÚS pide la renuncia total y permanente al yo.
Ser discípulo de CRISTO equivale a renunciar completa y permanentemente a las ambiciones personales y a los intereses mundanos. El que no está dispuesto a recorrer todo el camino, ni aun debería comenzar.
Ser discípulo de CRISTO implica colocar completamente sobre el altar todo lo que el hombre tiene en esta vida -planes, ambiciones, amigos, parientes, posesiones, riquezas-, cualquier cosa y todas las cosas que puedan interferir con su servicio para el reino de los cielos.
A continuación enumeraré varias citas de la pluma inspirada, de manera que podamos cultivar y madurar nuestra nueva relación como Discípulos de CRISTO. Esto es una exhortación y amonestación a todos aquellos que forman parte de la Iglesia que DIOS tiene en esta tierra –los que guardan Sus Mandamientos y tienen la fe y el Testimonio de CRISTO. La reprensión del Espíritu de Profecía es más fuerte y contundente con los que profesan pertenecer a la Iglesia que guarda los Mandamientos, a la Iglesia que esta en el mundo que solo sigue mandamientos de hombres.
Para reflexionar.
Como el antiguo Israel, la Iglesia ha deshonrado a su DIOS apartándose de la luz, descuidando sus deberes, y abusando del alto y exaltado privilegio de ser de un carácter peculiar y santo. Sus miembros han violado el pacto por el que prometieron vivir por DIOS y sólo por Él. Se han unido con los egoístas y amadores del mundo. Han fomentado el orgullo, el amor por el placer y el pecado, y CRISTO se ha apartado de ellos. Su Espíritu se ha extinguido en la Iglesia.Satanás trabaja hombro con hombro con los profesos cristianos; no obstante les falta tanto discernimiento espiritual que no lo detectan. No sienten la responsabilidad de la obra. Las solemnes verdades que profesan creer no son una realidad para ellos. No tienen una fe genuina. Los hombres y mujeres actuarán de acuerdo con la fe que en realidad poseen. Por sus frutos los conoceréis. No su profesión de fe, sino los frutos que llevan, muestran la clase de árbol del que dependen. Muchos tienen una forma de piedad, sus nombres están en los registros de la iglesia; pero tienen un registro manchado en el cielo. El Ángel Registrador ha escrito fielmente sus obras. Cada acto egoísta, cada palabra equivocada, cada deber no realizado, cada pecado secreto, cada astuto fingimiento está fielmente asentado en el libro de registros que lleva el Ángel Registrador. (Testimonios para la Iglesia. Tomo 2, pág. 393)
Recuerde siempre que somos responsables de la influencia que ejercemos. Nuestra influencia reúne con Cristo, o esparce. Estamos ayudando a las almas a recorrer la estrecha senda de la santidad, o somos un estorbo, una piedra de tropiezo para ellas, apartándolas del camino. Usted mi estimado hermano, no tiene tiempo que perder. Dedíquese con seriedad a redimir el tiempo, porque los días son malos. Todos nuestros actos, todas nuestras palabras, serán pesados en la balanza del santuario. (Testimonios para la Iglesia. Tomo 2, págs. 44-45)
DIOS quiere que los que ocupan cargos de responsabilidad estén consagrados a la obra; porque si dan pasos equivocados, la gente se siente libre de seguir sus pisadas. Si la gente está mal, y los dirigentes no levantan su voz contra esos males, los condenan; y en ese caso el pecado se carga tanto a la cuenta de ellos como a la de los ofensores. Los que ocupan cargos de responsabilidad deben ser hombres piadosos, conscientes de que el peso de la obra reposa continuamente sobre ellos. (Testimonios para la Iglesia. Tomo 2, págs. 35)
Muchos, muchos están aproximándose al día de Dios sin hacer nada, rehusando las responsabilidades, y como resultado son enanos espirituales. En lo que concierne a la obra de Dios, las páginas de la historia de su vida presentan un registro doloroso. Son árboles en el jardín de Dios, pero sólo son una molestia en el terreo, y oscurecen con sus copas improductivas el terreno que árboles fructíferos podrían haber ocupado. (Review and Herald, 22 de mayo de 1888)
¡Ay de aquel hombre!. Ay de aquel que por precepto o por ejemplo induzca a otros a equivocarse o los desanime para que no sigan en las pisadas de Jesús. (CBA. T5. Cap. 18).
Hay peligro para los que hacen poco o nada para Cristo. La gracia de Dios no permanecerá largo tiempo en el alma de aquel que, teniendo grandes privilegios y oportunidades, permanece en silencio. (Review and Herald, 22 de agosto de 1899)
Todo el cielo está mirando con intenso interés a la iglesia, para ver lo que sus miembros individuales están haciendo para iluminar a los que se hallan en tinieblas. (Review and Herald, 27 de febrero de 1894)
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colaboración de los agentes humanos -de los miembros de la iglesia- en la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando.(Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 308)
Fue el propósito del Salvador que después de ascender al cielo para convertirse en intercesor del hombre, sus seguidores continuaran con la obra que él había comenzado. ¿No demostrarán los instrumentos humanos ningún interés especial en dar la luz del mensaje evangélico a aquellos que están asentados en tinieblas? Algunos están dispuestos a ir hasta los confines de la tierra con el propósito de llevar la luz de la verdad a los hombres, pero Dios exige que toda alma que conozca la verdad trate de ganar a otros al amor de la misma. Si no estamos dispuestos a hacer sacrificios especiales para salvar a las almas que están a punto de perecer, ¿cómo podremos ser considerados dignos de entrar en la ciudad de Dios?(Testimonies, tomo 9, pág. 103.)
Hay gran necesidad de una reforma entre el pueblo de Dios. La condición actual de la iglesia nos induce a preguntar: ¿Es ésta una representación correcta de Aquel que dio su vida por nosotros? (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 402.)
No productores sino consumidores. Los profesos seguidores de Cristo están siendo probados ante el universo celestial; pero la frialdad de su celo y la debilidad de sus esfuerzos en el servicio de Dios los señalan como infieles. Si lo que están haciendo fuera lo máximo que pueden hacer, no caería la condenación sobre ellos; pero si su corazón estuviera ocupado en la obra, podrían hacer mucho más. Ellos saben, y el mundo también lo sabe, que han perdido en gran medida el espíritu de abnegación y sacrificio. Hay muchos frente a cuyos nombres se encontrará escrito en los libros del cielo lo siguiente: No son productores, sino consumidores. Muchos de los que llevan el nombre de Cristo, oscurecen su gloria, velan su belleza, lo privan de su honor. Hay muchos cuyos nombres están en los libros de la iglesia, pero que no están bajo el dominio de Cristo. No hacen caso de sus instrucciones ni cumplen con su obra. De aquí que están bajo el dominio del enemigo. No están haciendo un bien positivo; por lo tanto, están realizando un daño incalculable. Debido a que su influencia no es un sabor de vida para vida, es un sabor de muerte para muerte. (Lecciones Prácticas del Gran Maestro, pág. 279).
Muertos en delitos y pecados. Hoy muchísimos de los que componen nuestras congregaciones están muertos en delitos y pecados. Van y vienen como la puerta sobre sus goznes. Durante años han escuchado complacientemente las verdades más solemnes y conmovedoras del alma, pero no las han puesto en práctica. Por lo tanto, son menos y menos sensibles a la preciosidad de la verdad. . . . Aunque profesan tener piedad, niegan el poder de ella. Si continúan en este estado, Dios los rechazará. Se están incapacitando para ser miembros de su familia. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 60).
No está distante el tiempo en que sobrevendrá la prueba a toda alma. . . . En ese tiempo, el oro será separado de la escoria en la iglesia. La verdadera piedad se distinguirá claramente de la apariencia y del oropel. Más de una estrella que hemos admirado por su brillo, se apagará entonces en las tinieblas. Como una nube, el tamo será llevado por el viento, aun en lugares donde vemos sólo eras de rico trigo. Todos los que llevan los ornamentos del santuario, pero no están vestidos de la justicia de Cristo, aparecerán en la vergüenza de su desnudez. (Testimonies, tomo 5, págs. 80, 81).
El espíritu refrenador de Dios se está retirando. El espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas las tempestades, los incendios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa menos a la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede describir. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 141)
La época en que vivimos es importante y solemne. El espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad. Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 280.)
Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren. (Profetas y Reyes, pág. 207.)
Satanás estudia la Biblia con cuidado. Sabe que le queda poco tiempo y procura en todo punto contrarrestar la obra que el Señor está haciendo sobre esta tierra. (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 284.)
Satanás procura mantener al pueblo de Dios en un estado de inactividad, e impedirle que desempeñe su parte en la difusión de la verdad, para que al fin sea pesado en la balanza y hallado falto. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 88.)
Nunca podremos ser salvados en la indolencia y la inactividad. Una persona verdaderamente convertida no puede vivir una vida inútil y estéril. No es posible que vayamos al garete y lleguemos al cielo. Ningún holgazán puede entrar allí. Los que rehúsan cooperar con Dios en la tierra, no cooperarían con él en el cielo. No sería seguro llevarlos al cielo. (Lecciones Prácticas del Gran Maestro, pág. 256.)
Todo el cielo está mirando con intenso interés a la iglesia, para ver lo que sus miembros individuales están haciendo para iluminar a los que se hallan en tinieblas. (Review and Herald, 27 de febrero de 1894.)
¡Cuán terrible será en aquel gran día final encontrar que aquellos con los cuales nos hemos asociado familiarmente son separados para siempre de nosotros; ver a los miembros de nuestras familias, tal vez a nuestros propios hijos perdidos; ver a aquellos que han visitado nuestros hogares, y comido en nuestra mesa, entre los réprobos. Entonces nos haremos esta pregunta: ¿Se debió a mi impaciencia, a mi disposición poco cristiana; fue por causa de que el yo no estaba dominado, por lo que la religión de Cristo llegó a ser desabrida para ellos?
El mundo será amonestado sobre la pronta venida del Señor. Tenemos sólo poco tiempo para trabajar, Han pasado a la eternidad años que debían haber sido aprovechados en buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y en difundir la luz. Dios llama ahora a sus hijos que tienen gran luz y están establecidos en la verdad, a quienes se ha dedicado mucho trabajo a obrar en su propio favor y en favor de otros como nunca antes lo han hecho. Haced uso de toda capacidad; ejercitad toda facultad, todo talento que os haya sido confiado; usad toda la luz que Dios os ha dado para hacer bien a otros. No tratéis de haceros predicadores, sino haceos más bien ministros para Dios. (Southern Watchman, 20 de junio de 1905.)
Si fracasáis noventa y nueve veces de cada cien, pero tenéis éxito en salvar una sola alma de la ruina, habéis hecho algo noble por la causa del Maestro. (Testimonies, tomo 4, pág. 132.)
El santo y seña del cristiano. Hay tres consignas en la vida cristiana que deben ser observadas si deseamos evitar que Satanás nos gane la delantera; a saber: Velar, orar y trabajar. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 248.)
No escuchará [Dios] la oración de su pueblo mientras éste descuide al huérfano, al desamparado, al cojo, al ciego y al enfermo que hay en su medio. (Testimonies, tomo 3, pág. 518.)
El método de informar del cielo. Los ángeles llevan un fiel registro de la obra de todo hombre. (Testimonies, tomo 1, pág. 198.)
Cada acto de amor, cada palabra de bondad, cada oración en favor de los que sufren y de los oprimidos, llega al trono eterno, y se anota en el libro imperecedero del cielo. (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 28.)
De todo esfuerzo de nuestra parte por disipar las tinieblas y difundir el conocimiento de Cristo, se lleva un informe al cielo. Y al referirse la acción ante el Padre, el gozo conmueve todas las huestes celestiales. (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 124.)
Los ángeles han sido comisionados para ser nuestros ayudadores. Viajan entre el cielo y la tierra, llevando a las alturas el informe de las acciones de los hijos de los hombres. (Southern Watchman, 2 de abril de 1903).
Convendría. . . recordar lo anotado en el cielo en el libro donde no hay omisiones ni errores, y por el cual seremos juzgados. Allí se registra toda oportunidad de servir a Dios que no se aprovechó; y allí también se recuerda para siempre todo acto de fe y amor. (Profetas y Reyes, pág. 639.)
“Muchos de los miembros de nuestras iglesias hacen muy poco o comparativamente nada. Podrían realizar una buena obra, si, en vez de hacinarse, se dispersasen por lugares donde todavía no ha penetrado la verdad. Los árboles plantados en forma demasiado apretada no prosperan. El jardinero los trasplanta para que tengan lugar donde crecer, y no quedar atrofiados y enfermizos. La misma regla surtiría efecto en nuestra Iglesia. Muchos de los miembros están muriendo espiritualmente porque no se hace precisamente esto. Se están volviendo enfermizos y deficientes. Trasplantados, tendrían lugar donde crecer fuertes y vigorosos”. (Servicio Cristiano, 229; Joyas de los testimonios, 248).
Dios nos ha dado su Palabra para que conozcamos sus enseñanzas y sepamos por nosotros mismos lo que Él exige de nosotros. Cuando el doctor de la ley preguntó a JESÚS: “¿Haciendo qué cosa, poseeré la vida eterna?” el SEÑOR lo remitió a las Sagradas Escrituras, diciendo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?” LA IGNORANCIA NO EXCUSARÁ NI JÓVENES NI VIEJOS, NI LOS LIBRARÁ TAMPOCO DEL CASTIGO QUE CORRESPONDE A LA INFRACCIÓN DE LA LEY DE DIOS, pues tienen a la mano una exposición fiel de dicha ley, de sus principios y de lo que ella exige del hombre. No basta tener buenas intenciones, no basta tampoco hacer lo que se cree justo o lo que los ministros dicen serlo. La salvación de nuestra alma está en juego y debemos escudriñar por nuestra cuenta las Sagradas escrituras, por arraigadas que sean las convicciones de un hombre, por muy seguro que esté de que el pastor sabe lo que es verdad, nada de esto debe servirle de fundamento. El tiene un mapa en el cual van consignadas todas las indicaciones del camino para el cielo y no tiene por qué hacer conjeturas. (Conflicto de los Siglos, págs. 583-584)
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DIOS LES SIGA BENDICIENDO GRANDEMENTE
ATTE. ARREORTUA Y FUENTES
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