Aecio Cairus
Con mis amigos estuvimos estudiando el tema del vino en la Biblia y estamos un poco confundidos. En muchos pasajes las Escrituras condenan su consumo por los efectos nocivos. Sin embargo Pablo aconsejó a Timoteo usar “un poco de vino por causa de tu estómago y tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5:23).?¿Cómo debiéramos entender este pasaje?
En la antigüedad se toleraron en el pueblo de Dios algunas costumbres, tales como la poligamia o la posesión de esclavos, al menos por un tiempo. Pero eso no es excusa para continuarlas hoy.?Muchos pasajes que mencionan el vino en la Biblia nos amonestan en contra de su uso. Sin embargo, había cierta justificación para el uso del jugo de uva fermentado en la antigüedad. No se conocía la técnica de conserva estéril.?La única manera de conservar el jugo de uva, aparte de la fermentación, era por medio de arropes (concentrados por hervor), que alteran tanto el gusto como el valor nutritivo del jugo. Como la uva era uno de los pocos productos de las regiones semiáridas de las tierras bíblicas, había gran necesidad de conservar su jugo, y su fermentación era una solución práctica.
Sin embargo, la manufactura del vino es bastante delicada.?El principio general es que el jugo de uva, que es un líquido azucarado, puede fermentar por medio de la acción de levaduras que se encuentran naturalmente en la piel de las uvas (orujo). Hasta un doce por ciento de alcohol, por volumen, se puede producir en este proceso. Todo sobrante de azúcar permanece inalterado, y produce el llamado “vino dulce”. Los líquidos (mostos) menos azucarados producen el vino “seco”, que se evitaba en la antigüedad porque todo líquido alcohólico, tal como el vino común, es pasible de una nueva fermentación?en la cual el alcohol se transforma en ácido acético (vinagre). Si bien un poco de vinagre viene bien, nadie quiere que toda la cosecha de uvas se le avinagre. Hoy esto se evita pasteurizando el vino y embotellándolo cuidadosamente, procedimiento desconocido en la antigüedad. Por este motivo los antiguos partían de un mosto extra-dulce, obtenido deshidratando parcialmente las uvas al sol antes de prensarlas para hacer el vino. El sobrante de azúcar en el vino así producido impedía la fermentación secundaria, acética. Este vino extra-dulce era tan espeso que hay menciones en la literatura clásica de que a veces se lo raspaba con una cuchara, de las paredes de los recipientes en que se guardaba.
Raspado o no, clásicamente siempre se servía el vino a la mesa después de rebajarlo con agua en recipientes especiales, una especie de sopera llamada crátera. En la Biblia, servir vino se dice por consiguiente “mezclar vino” (Proverbios 9:2; cf Apocalipsis 14:10 en una versión literal). La dilución normal era una parte de vino extra-dulce en cuatro a seis de agua, lo que da una mezcla con dos a tres por ciento de alcohol (la cerveza “no alcohólica” de la actualidad tiene una tolerancia de hasta 2% de alcohol). Medio litro de este vino de mesa tenía tanto alcohol como la mitad de un vaso de vino normal en la actualidad.
Tal trasfondo ilumina el pasaje de 1 Timoteo 5:23. ?Pablo aconseja a Timoteo no beber ya más agua sola, sino usar “un poco de vino por causa de tu estómago y tus frecuentes enfermedades”. En la antigüedad el agua para beber era muy poco salubre. Pocos eran los que tenían acceso a agua de manantial. La mayoría de la gente bebía aguas recogidas del techo de las casas y estancadas en cisternas (Proverbios 5:15), donde se multiplicaban las bacterias. Esto producía “frecuentes enfermedades” del “estómago” (vientre), es decir, ataques de diarrea (disentería microbiana). Sin embargo, si se agregaba al agua “un poco de vino” clásico extra-dulce, eso bastaba para matar las bacterias. Este pasaje presupone que Timoteo había recibido instrucciones de evitar el vino, y estaba dispuesto a sufrir frecuentes ataques de disentería con tal de ser fiel a ese consejo, de no ser por el oportuno permiso concedido por Pablo.?Pero del mismo modo que la conciencia moderna no tolera la posesión de esclavos ni la poligamia, el hecho de que en el pasado se usara un poco de alcohol como antiséptico para potabilizar el agua no justifica su consumo hoy.?La norma de evitar el alcohol implicada en este pasaje muestra que, si el cristiano de hoy consume vino, debe ser “el jugo de la uva sin fermentar” (E. White, Signs of the Times, 6 de septiembre de 1899).
Aecio Cairus (Ph.D., Andrews University) es professor de teología en Adventist International Institute of Advanced Studies, Filipinas. Email: cairus@aiias.edu .
Dialogo Universitario.
"Anda, come tu pan con gozo y bebe tu vino con alegre corazón, porque tus obras ya son agradables a Dios."
ResponderEliminarEclesiastés 9:7
Estimado Aecio:
ResponderEliminarRealmente es incuestionable su conocimiento sobre la química del vino y partamos de lo que estamos de acuerdo: el exceso de vino conduce a una borrachera que no es acorde a un cristiano.
Pero sus argumentos son cuestionables en cuanto a la comparación de beber vino con la esclavitud o con la poligamia. Me parece que estamos ante una comparación, si me permite, arbitraria.
La anulación absoluta de los placeres no es una idea que se encuentre en los antiguos hebreos o griegos, (inclusive los filósofos griegos que eran moralistas, toleraban el placer en su justa medida) es más bien una idea de la ética ascética de Emmanuel Kant y su impacto en el protestantismo del siglo XIX.
De ese protestantismo es hija la señora que usted cita en la última oración.
Los argumentos para no beber vino son más bien prohibiciones modernas hijas del fundamentalismo bíblico al que usted (paradojicamente) acusa en los que interpretan 1 Timoteo 5:23 como un aval a tomar vino.
Si el vino es bebido en su justa medida y no domina a la persona no existe argumento racional para prohibirlo. De hecho es más sana una copa de vino que un vaso de varias gaseosas actuales. El problema está en querer buscar un versículo que justifique a manera de imperativo categórico (como Kant)el no-consumo de vino. Es como si el creyente quiere hacerle decir a la Biblia algo que desesperadamente quiere encontrar. Eso es lisa y llanamente un acto que se parece más a la ignorancia que a una hermenéutica seria.
Tal es el caso del hermano anónimo que comentó antes que yo: tenía ganas de tomar vino y se puso contento al encontrar Eclesiastés 9:7. ¿Es prudente buscar versículos que anulen el vino para dar rienda suelta a la prohibición?
Y por último, tanto la esclavitud como la poligamia son atrasos que tuvieron las culturas antiguas y que por su incapacidad no se pudo ver. Considerar una copa (tan sólo una) copa de vino algo comparable a la esclavitud es inválido. Quizá el avance perfecto de la civilización moderna no esté en la prohibición de consumir una mínima gota de vino sino en consumir una copa y no emborracharse para disfrutar de lo creado por Dios y no perder la lucidez.
Atentamente lo saludo desde Argentina y admiro sus argumentos más allá de no estar del todo de acuerdo.