20 de noviembre de 2009

El Poder de las Chikas...



Recibí, de manera inesperada, un CD del grupo musical Spice Girls, para Navidad. Sí, con todos sus últimos éxitos, disponible en todos los locales de Victoria’s Secret, una tienda internacional de ropa interior. Inmediatamente me inundaron recuerdos de mis amigas, vistiéndose botas con plataforma y vitoreando “el poder de la chicas” (en lugares como centro comerciales, para bochorno de sus compañeros varones). Algo embriagante y “divertido” contagiaba a las chicas cuando las Spice Girls entraban en escena. Las cinco miembros del grupo parecían ser todo diversión y amistad, y tener el poder de ser mujeres (y, por supuesto, tenían lo último en vestimenta). ¿Pero qué fallaba en ellas?


Para mí, probablemente no mucho. Yo era una chica que estaba empezando la universidad. Es más, para mi generación, quizá la primera que tenía serias esperanza de entrar en los puestos jerárquicos más encumbrados y alcanzar el éxito profesional (con las mismas posibilidades que los hombres), las Spice Girls solo era el merengue del postre. Una reiteración de la actitud “tú lo puedes todo” , con amistades que nunca terminan; aunque parecieron desmentirlo cuando la banda se separó unos años después de su gran éxito.

Como entonces, las mujeres rezuman buena voluntad, amistad y amor. Pero, además de estas cosas admirables, como entonces, estamos en peligro de comprar su mensaje. Especialmente si la compradora es una linda e impresionable jovencita; precisamente el público al que apuntaban las Spice Girls.

¿El poder de las chicas? ¿Qué clase de poder?

No es posible equivocarse. Con solo observar unos segundos un video de las Spice Girls o darle una mirada a sus fotos, todo lo que uno ve es sexo, y la explotación del cuerpo femenino. Convertidas en objetos, la atracción que estas mujeres ejercen sobre los demás no se debe a su bondad o su inteligencia’ o su pasión por la “amistad”. Su encanto, su poder, está en vender su propia belleza física. La confianza construida sobre estos medios es tan ligera como la ropa que llevan puesta. Y no pasará la prueba de la eternidad. ¡Cuántas chicas se hunden en la desesperación cuando se miran al espejo y ven que su realidad no llega a satisfacer la demanda de esa fantasía!

¿Necesitan las chicas esta clase de poder? No.

Seamos conscientes: cantar, en ropa interior, acerca de estar unidas es incongruente con el mensaje de solidaridad y lealtad que se supone que debemos vivir y compartir como cristianos. Y cada chica, sea cristiana o no, debería entender que utilizar la sexualidad y la apariencia para obtener poder es incorrecto en todo sentido.

La noción de que podemos ganar el mundo y conservar nuestros amigos vistiéndonos de manera sensual está totalmente errada. Es un mensaje comercial que llena los bolsillos de los que producen este tipo de ropa. Es un mensaje psicológicamente muy nocivo para quien lo recibe. Esto no es lo que la Biblia enseña. Y el incremento de los trastornos de alimentación y los delitos sexuales de las últimas décadas indica que la sociedad está empezando a sospechar que esto es así.

Pongamos en orden nuestros pensamientos y centrémonos en lo que Dios quiere de todos nosotros (Fil 4:8, 1 Tes 5:22, 23). A continuación, presento algunos antiguos pero oportunos consejos:

“En tanto que el ornamento exterior hermosea solamente el cuerpo mortal, el adorno de la mansedumbre embellece el alma, y vincula al hombre finito con escoge” (Reflejemos a Jesús, p. 256)

“Maravillosa es la misión de las esposas, las madres y las obreras más jóvenes. Si ellas lo desean, pueden ejercer una influencia para bien sobre todos los que las rodean. Con la modestia en vestir y un comportamiento circunspecto, ellas pueden, en su sencillez, dar testimonio de la verdad. Pueden permitir que su luz alumbre delante de todos los otros que pueden ver sus buenas obras y glorificar a su Padre que está en el cielo. Una mujer verdaderamente convertida puede ejercer una influencia para el bien” (El ministerio de la bondad, p.164)

“Dios no puede morar en el corazón o la mente de aquel en quien el yo reina supremo.[…] ¿Qué es la apariencia por sí sola? ¿Qué significa una buena figura sin dignidad moral, bondad de corazón y nobleza de mente? […] Busca el cielo; busca la verdadera humildad, y Dios dirigirá tu camino” (Hijas de Dios, p.128).

Y digamos a nuestros jóvenes, chicos y chicas por igual, dónde reside el verdadero poder y cómo obtener lo que en verdad queremos (y deberíamos querer)

Por Kimberly Luste Maran

Kimberly Luste Maran es redactora asociada de la Adventist Review.

Artículo sacado de la Revista Adventista Julio-Septiembre 2009


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