21 de marzo de 2010

UN PLAN DE SALUD PARA NUESTROS DÍAS - Parte 2

Adán fue creado durante el sexto día de la creación. Pero lo más extraordinario es que Adán fue creado a la imagen de Dios.

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conformé a nuestra semejanza… (Génesis 1:26).

Adán y Eva eran perfectos en simetría y belleza. Sus mentes eran bien equilibradas y sus cuerpos llenos de vitalidad. Ellos eran sin pecado y estaban llenos de salud y vigor. Ersan seres eternos que no conocían la enfermedad o la muerte.

Lamentablemente esto cambio con un simple acto. Eva escucho la seductora voz de la serpiente y comió de la fruta prohibida.

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” (Génesis 3:6)

Desde ese mismo momento comenzaron a morir, la enfermedad y la muerte entraron a este mundo. A partir de ese momento sus mentes y cuerpos perfectos se llenaron de pecado.

Nuestra mente pequeña nunca podrá comprender los efectos transcendentales que tuvo la caída de Adán y Eva. Cuando ellos se dieron a la tentación le rindieron sus apetitos al enemigo de las almas. Satanás tomó control del apetito humano. En todas sus formas el enemigo a través del apetito ha logrado dominar la razón del ser humano. Satanás ha logrado tomar control de la mente y el cuerpo humano, tal como lo hizo con Adán y Eva.

“Y desde la caída, ha existido la intemperancia en casi todas sus formas. El apetito ha dominado la razón. La familia humana ha violado las leyes de la salud, y ha ido a los excesos en casi todo. La enfermedad ha estado aumentando.” (CRA, 171, 172)

Hoy en día una de las tentaciones más feroces que tiene el ser humano es la del apetito. La pluma inspirada nos dice,

“desde la primera vez que el género humano se rindió al apetito, la complacencia propia ha seguido aumentando, hasta el punto de que la salud ha sido sacrificada sobre el altar del apetito.” (CRA, 173,174).

Durante el transcurso de la historia humana muy pocos hombres tales como Daniel y sus amigos se mantuvieron fieles y no cayeron bajo el poder desenfrenado del apetito (Daniel 1:1-21). Dios recompensó grandemente a estos hombres, otorgándoles dotes intelectuales y salud. Es el plan de Dios que tu tengas salud en abundancia.

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan 2).


Arreortua y Fuentes

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